Hoy en clase de Métodos de separación y análisis
instrumental (una clase que empieza a las 7:30 de la mañana) se
ha quedado dormido un alemán. Esto no es nada nuevo porque si
levantas la vista, en cualquier momento de la clase, puedes ver un
montón de personas durmiendo. Lo gracioso ha sido que se ha
quedado dormido sobre la mesa. Estamos en el Hörsaalzentrum en un
aula magna de 550 plazas (aunque en esta clase, a estas alturas del
curso hay alrededor de 80 alumnos) y tanto los asientos como las mesas
son replegables. Esto es lo gracioso de la historia, porque al quedarse
dormido sobre la mesa, ésta se ha plegado, y el alemán,
con el impulso del peso de su cuerpo, ha salido lanzado, ha dado una
voltereta y ha caído de bruces en la fila de delante (una altura
de unos… 120 cm). Ha hecho tanto ruido que incluso el profesor
(acostumbrado a todo tipo de interrupciones) ha parado la clase y ha
subido hacia él para ayudarle a reponerse. Ha habido gente que
se ha estado riendo de él la hora que quedaba de clase y es que,
el alemán, es un pueblo algo cruel.