Acto I
(En la barra de un bar.
Detrás de la barra un camarero con el pelo rapado exceptuando la
coronilla, de la que cuelga una larga melena.
Los protagonistas esperan para pedir.
Nacho habla con acento argentino y José Antonio andaluz)
Mario. – Oiga…
Nacho. – No nos oye.
Mario
(Gritando). – ¡Oiga!
(El camarero mira mal, está ocupado en algo)
Eugenio. – Nacho, a mi pídeme un orujo.
José Antonio. – ¿Aquí hay orujo?
Mario. – A ver si nos atienden…
Eugenio. – Nacho, pregúntale si tiene orujo.
Nacho. – No creo, tomate un Jägermeister.
Eugenio. – ¿Un Jägermeister? Venga. No es lo mismo…
Nacho. – ¿Quieres un puro? Así ya tienes la sobremesa completa…
José Antonio. – Illo, yo quiero una radler…
(El camarero se pone a
fregar vasos en una máquina fregavasos, pero viene otra camarera
con la cara llena de piercings y el pelo de color violeta)
Camarera. – ¿Qué os pongo?
Eugenio
(En voz baja). – ¡Vaya pintas tiene la camarera!
Mario. – Si… pues queríamos… eeehh… dos cervezas…
Camarera. – ¿Cuáles?
Mario. – Freiberger.
Mario
(Con una pronunciación alemana muy exagerada). – FRAI – BEEER – GAH…
Camarera. – De acuerdo, entendido.
(El otro camarero se pone a servirlo) ¿Algo más?
Mario. – Si, una radler.
Nacho. – Y un Jägermeister.
(Entra en escena Alex, con una trompeta de aficionado de fútbol. Se pone detrás de los actores, sin que le vean)
Alex
(con la trompeta). – ¡¡¡¡PPBBYUUUUUUU!!!!
Eugenio. – ¡Cabrón!
José Antonio. – Joputa, ¡que susto!
(Los camareros miran mal)
Alex. – ¿Habéis pedido ya?
Nacho. – Estamos en ello.
Alex. – Quiero una cerveza.
Mario. – Otra fraibeergah… por favor.
Camarera. – ¿Quieren pagar todo junto o separado?
Nacho. – Separado, por favor.
(Cada uno paga lo suyo, coge su vaso y sale de escena)
Acto II
(En la terraza del bar, todos los actores están sentados en una mesa de madera desplegable de jardín)
Alex
(con la trompeta). – ¡¡¡¡PPBBYUUUUUUU!!!!
José Antonio. – Córtate un poco…
Mario. – ¿A qué hora es el partido?
Eugenio. – En media hora.
Nacho. – ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA!
Eugenio. – ¿Alguien quiere probar el Jägermeister?
Alex. – Trae para acá.
Eugenio. – ¿Visteis el partido de Alemania contra Polonia? Los alemanes están acabados.
Nacho. – Si, ya lo pasaron mal para ganar a Costa Rica.
José Antonio. – ¿Habéis visto como siguen los partidos? Es tela de raro.
Alex. – Si…
José Antonio. – Es que están cuadriculados, ahora
toca fútbol y lo dejan todo por él, cuelgan banderas de
las ventanas, cambian los tranvías y suspenden las clases.
¡Alemania se para!
Mario. – ¡Ese es otro mito alemán que se me ha
caído! Pensaba que los alemanes eran responsables y
trabajadores, que nada ni nadie les separarían de un trabajo por
hacer, pero al mínimo evento…
Eugenio. – ¡Lo dejan todo!
José Antonio. – ¡Eso es! Da igual que sea un
profesor de la universidad que un conductor de ambulancia, todos lo
dejan todo por el fútbol.
Alex. – Pero si en España pasa lo mismo. Cuando juega
España un partido del mundial, las calles están
desiertas.
Mario. – Ya… ¡Pero hay una pequeña
diferencia! En España tenemos asumido que cuando juega la
selección un partido del mundial, todo el mundo lo va a ver, o
al menos seguir desde el trabajo con una radio o lo que sea. La
diferencia es que los alemanes no están echando en cara
continuamente su eficiencia, su responsabilidad, su sentido del
trabajo… ¡pero luego son iguales!
Nacho. – ¡O peores! Porque no es sólo con el
mundial, fue con la Buntesrepublik, con la fiesta de esto, con lo
otro… y lo será con las fiestas de la ciudad, con el
mundial de baloncesto…
Eugenio. – Y con Schumacher.
Alex. – Anda, dejad de meteros con los alemanes y vamos a algún lado a ver el partido.
Acto III
(Una carpa montada
detrás de la universidad. Tiene una pantalla gigante donde se
proyecta el partido Argentina – Serbia. Muchas mesas desplegables
ordenadas de forma paralela. Los actores están sentados en
primera fila, la mitad de ellos con una camiseta de Argentina, o al
menos de color celeste. Nacho viste camiseta de Argentina y una bandera
argentina muy larga atada al cuello. A su derecha hay un grupo de
Serbios con una bandera de su país sobre sus rodillas.)
Mario. – ¡Que poca gente hay! Me imaginaba que estaría hasta la patilla…
José Antonio. – Menudo grupo de serbios. Son cuatro gatos…
Alex. – Y la mitad de ellos son alemanes…
Mario. – ¡Pues como nosotros! Sólo tenemos a un argentino.
Eugenio. – Nacho, pon tu bandera a lado de la pantalla.
(Nacho se quita la bandera del cuello y la cuelga junto a la pantalla)
Comentarista de televisión. – ¡TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRR!
Serbios. – dođavola…
Nacho (Saltando por todas las mesas). – ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLL!
Eugenio. – ¡Cómo están los argentinos! En un rato han metido 3 goles.
Mario. – Uff… El partido está decidido… Creo
que me voy a ir, que no está el horno para bollos.
José Antonio. – ¿Tienes que hacer un protocolo?
Mario. – Sí.
Eugenio. – ¿Otro?
Mario. – Sí. Ya es de los últimos. Quiero hacerlo
perfecto, para que los profesores no tengan otro remedio que ponerme
buena nota. Estoy hasta las narices de que me califiquen por debajo de
los alemanes sólo por ser Erasmus.
Eugenio. – Bueno, pues mucha suerte.
Mario. – ¡Venga! Adiós
Todos. –Tschüss!