El mundial de fútbol ha empezado. Todas las calles están
forradas con los colores negro, rojo y oro. Y mi calle, de rojo,
amarillo y rojo, por supuesto. Yo no la he colocado, ha sido mi
compañero Anton que para animarme la ha puesto, ya que en su
habitación tiene banderas de muchísimos países,
por eso la llamamos “la sede de la ONU”. Es la primera vez
que vivo en un país mientras se celebra la copa del mundo: el
mundial de Naranjito me pilló a destiempo, y la verdad es que se
hace un poco pesado, a todas horas estás con el mundial, por
todos los lados te encuentras con él, hasta en la sopa hay
figuritas de balones... El jefe de Nacho, que siempre retira las hojas
de deportes del periódico, ahora se ve obligado a quitar el 80%
y quedarse con un par de páginas. Todo el mundo está
alterado, por ejemplo, el otro día un profesor resumió su
clase de hora y media a 15 minutos que es lo que duró el
descanso del partido de Alemania. Una ventaja es que ahora tengo un
tema de conversación perfecto para hablar horas y horas en
alemán: me he empollado el vocabulario relacionado con el
fútbol y charlo con los compañeros de clase y del piso
sobre todo lo relacionado con el mundial, que si España va a
ganar… que Alemania juega muy mal… que Francia es el peor
equipo del mundo… vamos, cosas típicas. Los partidos los
veo con mis compañeros o con los amigos en una carpa en la
universidad. Lo mejor: el comentarista de los partidos en la
televisión alemana,
Günter Netzer
(que jugó en el
Real Madrid), es igualito al Fary.
No hay nadie que lo vea y no lo comente:
El próximo día os cuento la experiencia del partido
España – Ucrania, que se juega en Leipzig, a 100 km de
Dresde…