Ayer fuimos al fútbol, jugaba el equipo de Dresde, el Dynamo
Dresden contra el equipo más importante del Sarre, el FC
Saarbrücken. En otros tiempos el Dynamo era el mejor equipo de la
DDR, gano 8 veces la liga, y 7 veces la copa (en aquellos tiempos la
copa de la DDR se llamaba FDGB-Poskalsieger, donde FDGB significa
Freier Deutscher Gewerkschaftsbund, es decir, la copa de la
federación de los sindicatos libres alemanes), llegando a jugar
la UEFA (
llegó a Semifinales en 1989)
y la Copa de Europa (89 partidos), pero después de la
reunificación, tuvo problemas financieros y sólo
consiguió mantenerse 4 temporadas en la primera Bundesliga y
descendió a la regional norte (una especie de 2ª B). Hace
dos años que volvieron a subir a 2ª Bundesliga y ahora
luchan por salvarse, ya que están en los puestos de descenso.
Este equipo, con tanta historia, tiene, según la policía,
la afición más peligrosa de Alemania. Y por ello, cuando
hay partido, los alemanes, que no escatiman en gastos cuando de
seguridad se trata, despliegan un dispositivo de seguridad tremendo,
con más de 2.000 policías, carros blindados con mangueras
a presión, hospital de campaña, focos, camiones blindados
de dispersión y hasta un helicóptero. Y esto en un
partido tranquilo, que cuando hay un partido de riesgo la seguridad se
multiplica. Un ejemplo: en el partido de riesgo Dynamo Dresden - Hansa
Rostock (el derbi de Alemania del Este), había tantos
policías que se permitieron hacer un pasillo de seguridad para
los hinchas del Rostock entre el estadio y la estación de trenes
(hay 2 kilómetros de distancia entre los dos) formado por una
fila de policías enormes hombro con hombro y una segunda fila de
policías con una distancia de 2 metros entre ellos.
Nosotros llegamos al estadio a la una de la tarde. Estaba literalmente
diluviando y poca gente se presentó a la hora. Cogimos las
entradas (por ser estudiante valían solo 8 €) y nos fuimos
a la residencia de Günstrasse, que está al lado del campo
de fútbol, a la habitación de Héctor, a ver la
salida de Fernando Alonso en el gran premio de Imola. Después
volvimos al estadio, quedaba media hora para que empezase el partido y
ya estaban las entradas y los vomitorios llenos de gente, la
policía estaba desplegada, la lluvia había desaparecido y
nosotros buscábamos a dos amigos japoneses que en teoría
estaban entre la masa humana. No lo conseguimos y entramos en el
estadio. Las entradas eran para uno de los fondos y había que
estar de pie (en el Rudolf-Harbig-Stadion poca gente está
sentada). El estadio estaba lleno, sólo había un par de
zonas vacías y eran los espacios de seguridad entre la
afición del Dynamo y la del Saarbrücken. Limitados por una
fila de policías con casco y porra de madera.
El partido empezó y nosotros lo vivimos como unos dresdenianos
más, eran un poco malos, pero al final ganaron 2-0. Yo
celebré los goles (en alemán: Tor) abrazándome a
los hooligans que me rodeaban (toooooooooooooooor!!!!!!) y acabé
aprendiéndome y cantando con ellos todas sus canciones (con la
misma música que en España pero diciendo Dynamo todo el
rato).
Durante el partido hizo un sol de justicia, y yo tenía miedo de
quemarme (al ser pelirrojo y con la piel muy blanca) porque no me
había dado protección solar. Pero lo bueno es que como
los alemanes tienen la piel más blanca que yo me servían
de indicadores, ya que podía ver como se iban poniendo rojos
como cangrejos y así hacía una estimación del
estado de mi piel. No me quemé, supongo que porque tengo la piel
acostumbrada al sol de España, mucho más fuerte y
dañino.
Luego, entre tanta seguridad, sufrimos una odisea para salir del
estadio. Yo tuve que meterme por el parque que hay al lado del estadio
(el Grossen Garten) y cruzarlo transversalmente cruzando ríos y
terraplenes para buscar algún medio de transporte que no
estuviese cortado por el dispositivo de seguridad.
Un dato curioso: Al partido fuimos 7 españoles y la entrada al
estadio fue de 20.007 personas, es decir, 20.000 alemanes y nosotros.