Esta tarde he convencido a Mohsen
para que me acompañase a ver el discurso que iba a dar Barack Obama en
la avenida del 17 de julio. Él, como iraní, está atento a sus
propuestas en materia de política exterior, y como es lógico, desconfía.
De lo que hemos visto al llegar destaco dos cosas: la primera es la
inmensa aglomeración de gente en los "puntos calientes" de la avenida,
es decir, las pantallas de televisión y, por supuesto, el escenario
desde el que el candidato iba a arengar a las masas. La avenida estaba
hasta la patilla y era muy difícil moverse. El segundo detalle fue las
grandes medidas de seguridad que desplegó la policía por Obama, tan
grandes que le reservaron para él solo la calle Spreeweg, lateral a la gran avenida.
Del discurso poco hay que decir (por primera vez, queridos lectores, es
decir, Ana, Rosalía, papá y mamá, voy a hablar de política). Obama era
consciente de que su discurso debía estar aliñado con frases que
sonaran a historia, porque el evento iba de eso, de emular los
discursos históricos que los presidentes de EEUU hicieron en la segunda mitad del
siglo XX (a pesar de que Angela Merckel no le ha dejado darlo desde
la puerta de Brandemburgo). Lo ha intentado empezando todas las frases
con "
ciudadanos de Berlín, ciudadanos del mundo", o con "
es el momento de...".
También ha intentado camelar a la audiencia con frases como "
gentes del mundo: mirad a
Berlín. Mirad a Berlín cuando hizo esto, mirad a Berlín cuando hizo lo
otro, mirad a Berlín...".
A lo que la gente le aplaudia enrabietada a pesar de que los berlineses
están hartos de que la gente de fuera les recuerde su historia.
Al principio ha hablado de valores abstractos como libertad o
democracia de una forma que entraban ganas de reírse o
de vomitar.
Pero pronto su discurso a empezado a sonar al de un candidato a la
presidencia del país de la piruleta: no más armas nucleares, paz entre
las culturas, los derechos humanos molan (estas frases tienen que
leerse con tono de discurso político, alargando los finales). Sonar,
sonaba bonito, pero al escuchárselas a un político estadounidense
chirriaban en los oídos, algo que Obama intentó solucionar diciendo
otra
frase con sabor a libro de historia: "
soy consciente de que mi país ha
cometido errores..."
(cuando dijo esto la mitad de la avenida se puso a aplaudir con sorna,
pero el aplauso se diluyó enseguida, como si rompiese el compás marcado
por los asesores de campaña).
En fín, que ha sido interesante escuchar al tío de moda (el 60% de los que
estaban iban por eso, les delataba verles dejarse los euros en
camisetas y chapas de la campaña). No ha decepcionado a los que
esperaban un discurso histórico, pero, sinceramente: ha sido un
discurso vacío, sin propuestas ni compromisos. Si no te mojas, es fácil
hacer discursos bonitos.
Edito: el discurso completo (en inglés) está aquí.