Día 100: Persiguiendo al sol

Una parte importante de la aventura Erasmus había terminado. Ya era hora de volver a casa por navidad. En Alemania estaba muy a gusto, pero necesitaba empaparme de la sociedad española. Ver a mi familia. Ver a mis amigos. Por eso las dos últimas semanas casi no di palo al agua. Era tan grandes las ganas de volver al hogar, que me dejé invadir por la apatía. A pesar de intentarlo mil veces, no fui capaz de volver a estudiar alemán por mi cuenta y de la química mejor que no hable. En realidad, lo único que hice en este tiempo fue constatar lo rápido que pasa el tiempo y murmurar continuamente lo que no me gustaba de los alemanes (Las cosas que no me gustan siempre peleaban con las que sí que me gustan, aunque según pasaba el tiempo, la lucha se decidía hacia las primeras).
Por fin llegó el día de mi regreso. Dresde amaneció nevado. Ya había nevado algo hace unos días, pero eran unos pocos copos que no llegaban a cuajar, pero justo este día nevó con rabia: ¡30 centímetros de nieve que impedían rodar las maletas!. Al llegar a la estación de trenes se vivió algún momento de tensión, porque los que vivían en la residencia de Günstrasse, estaban casi inmovilizados por la nieve y menos mal que el tren hacia Berlín llegó con retraso, porque sino lo pierden. A partir de aquí el viaje fue como la seda, sin ningún problema al hacer el trasbordo en Elserwerda y aguantando como campeones la estúpida música regional que suena en el tren para avisar de la llegada de una estación. Luego, a las cuatro, cuando ya era de noche, montamos en el avión que iba de Berlín Schönefeld a Madrid. Tardamos un poco en despegar, pero es normal, había que descongelar las alas. Una vez que estuvimos en el aire, comenzó el piloto una carrera con el horizonte, donde se veía aun el cielo algo naranja por la puesta del sol. Era algo muy bonito, que duró la mitad del vuelo, y que simbolizaba perfectamente la vuelta a casa desde el país en el que anochece a las tres y media. Durante todo el tiempo en el que estuvimos persiguiendo al sol, no paré de pensar en lo que dejaba, y sobre todo, en lo que me iba a encontrar.
Publicado el 19 de diciembre de 2005