2 de octubre: La desafortunada llegada a Berlín

Durante todo el viaje por Europa, me he estado guiando con un GPS que instalé en mi móvil (un nokia N70). Consiste en una antena receptora de las señales de los satélites GPS que se conecta por Bluetooth al móvil, que tiene una tarjeta extraíble con los mapas de toda Europa. Lo utilicé para ir a casa de Héctor en Zaragoza, para llegar a una calle determinada de Sant Andreu de la Barca o para que me llevase a Suiza. Por la mañana lo utilicé para llevar a Dani con el coche a su universidad antes de salir de Lausana.
La primera parte del viaje, se pudo llamar la ruta de los quesos, porque pasé por La Gruyère y por Emmental. Me sorprendió que al pasar por estas ciudades no hubiesen casas con carteles de "VENTA DE QUESOS", como cuando pasas por Castilla - La Mancha.
Después crucé la frontera con Alemania sin ningún incidente.
Frontera alemana
El viaje a través de Alemania se hizo eterno, tardé 10 horas en llegar a Leipzig (a 160 km de Berlín), donde había quedado para entregarle un libro a Luis Gómez. Una vez más, el GPS me llevó hasta la oficina de Luis y me sacó de la ciudad.
Tras 12 horas de viaje, llegué a Berlín. El GPS tuvo la amabilidad de hacerme un tour turístico por Berlín de camino a casa de Iván, el otro estudiante de la Universidad de Salamanca que tiene la misma beca que yo y que me iba a alojar la primera noche. Pasé por una calle llamada Spanische Alle (ni idea de por qué se llama así) y por la columna de la victoria (cuyo ramo de laurel apunta descaradamente hacia París), por el Reichstag y por Unten der Linden, iba yo incauto en cada parada fotografiando monumentos
El Reichstag desde mi coche
El Reichstag desde mi coche
El GPS proseguía su ruta, llevándome por Alexander Platz, y de repente...
Adios, móvil, adios
el pantallazo de nokia indicando que el móvil se apagaba. Me había quedado sin batería...
Sin móvil, sin GPS, a las doce de la noche en una ciudad de noventa kilómetros cuadrados, ¿cómo iba yo a encontrar la calle a la que tenía que ir?. Lo primero que intenté fue conectarme a internet con el portátil buscando alguna red wifi sin proteger. El ordenador estaba en el asiento del copiloto y yo iba aparcando donde podía por la Alexander Platz y por toda la Karl-Max-Alle, esperando que encontrarse algo, pero no hubo manera. Volví a guardar el portátil y busqué un sitio que pudiese tener un enchufe (¿abría una farola y hacia un poco el McGuiver?). Entonces, al regresar a Alexander Platz, vi un centro comercial que parecía abierto. Aparqué mal el coche en la puerta y con el cargador y el móvil en mis manos me dirigí a la entrada. Estaba cerrada. Esperé un poco y cuando salió un trabajador, me colé por la puerta de servicio y en una columna junto a una atracción para niños pequeños, encontré un enchufe. Tuve que desconectar el tiovivo para poner el cargador.  Llamé a Iván para avisarle de mi situación y memoricé el camino trazado por el GPS para llegar a su casa. Cuando vi a un "segurata" bajar por las escaleras, salí corriendo, me monté en el coche y aceleré.
La casa de Iván no estaba lejos de aquel lugar y no tardé en encontrarla. Me tuve que colar, esta vez en el patio de su casa, para buscar el buzón y poder llamar al portero.
Iván me tenía preparada la cena, pero no me apetecía mucho cenar, estaba rendido y necesitaba dormir, porque al día siguiente, a las ocho de la mañana, tenía que ir a recoger las llaves de mi habitación y después enfrentarme a la complicada burocracia alemana.
Publicado el 11 de octubre de 2007.