El Rosenmontag es el día más importante del carnaval de
Colonia. Consiste básicamente en un desfile de carrozas de las
diferentes asociaciones participantes. Son carrozas muy decoradas, a
menudo escoltadas por caballos, desde las que se tira chocolate y
caramelos. Pero lo mejor se cuece alrededor de la cabalgata, entre la
gente que está viéndola. Todo el mundo, sin
excepción, de los 0 a los 100 años está
disfrazado, la inmensa mayoría con disfraces en los que se ven
que tienen horas de trabajo detrás (no como el mío: la
bata del laboratorio y unos pantalones horteras que encontramos en una
tienda por 2,99 €). Además viene gente de todas las
ciudades de Renania, algo así como los andaluces ante los
carnavales de Cádiz, por eso la cuidad está repleta de
gente que quiere pasárselo muy bien.
Nosotros llegamos algo tarde, a la una del medio día.
Habíamos salido de Bielefeld tarde porque en las oficinas del
coche de alquiler tuvimos algún problemilla (decían que
el depósito de gasolina no estaba lleno, y me hicieron ir a la
gasolinera a echarle 1 € de gasolina que le faltaba para llenar el
deposito (en Sajonia 1 l = 1,35€)) y luego perdimos el tren. Pero
luego resultó que tuvimos mucha suerte, porque en el tren en el
que montamos había un grupo de “cincuentones”
alemanes que nos adoptaron como unos juerguistas más y nos
dieron comida y bebida durante todo el viaje (había un par de
mujeres que no dejaban de ligar con mi amigo Oscar). También en
el mismo tren nos encontramos con otro grupo de españoles,
procedente de Dortmund, que se dirigía a la gran fiesta. Por lo
que todo el viaje en tren (de 3 horas) fue muy, muy divertido.
Al llegar a la ciudad del Rin, lo primero que hicimos fue ir a buscar
el albergue para dejar las mochilas y las maletas. Luego, directos a la
catedral para unirnos al resto de españoles que estaba de
fiesta. Luciamos muy bien con nuestros disfraces:
Como ya habíamos estado hace dos años en esta fiesta,
conocíamos su norma de oro: No hay que ir nunca a comprar la
cerveza a un bar o puesto callejero, tan sólo hay que esperar a
que venga alguien con una caja de cervezas y te las ofrezca, sale mil
veces más barato. Una vez que ya tienes las cervezas,
sólo te dejas llevar: Hablas con la gente, haces concursos
estúpidos (en los que involucras al mayor número de
nacionalidades), y comes muchas Wurst (salchichas).
Después llegó la hora de cambiar de sitio: llevaba
nevando todo el día y ahora se ponía a llover y
hacía mucho frío. En ese momento yo me perdí,
dejé a mis amigos que se fuesen a buscar no sé que y me
fui con un grupo de alemanes/as a que me enseñasen los sitios de
fiesta de la ciudad, porque no sólo tienes que vivir las cosas
desde el punto de vista de extranjero-Erasmus sino que también
tienes que intentar introducirte en la cultura alemana.