El otro día hablé sobre las aventuras de la noche
dresdeniana en coche. Bueno, pues al día siguiente, como no
tenían que devolver el coche hasta las siete, estuvimos dando
vueltas por la ciudad: del punto más alto de Dresde a la casa
del alcalde en el barrio pijo, de la farmacia de guardia más
lejana al kebap más cutre de la ciudad. Con el coche nos
permitimos entrar en un palacio donde se estaba celebrando una
recepción (vamos, una fiesta para ricos), donde entraban coches
de la misma gama que el nuestro. Después dejamos el coche en las
oficinas de Europcar y volvimos a ir andando por Dresde a tres grados
bajo cero (el maravilloso coche nos había informado de la
temperatura que nos esperaba fuera de él). Dejo fotos para dar
constancia.