Día 86: Un mal despertar

(Por si no se pilla, esta historia está contada como si escribiese Thomas, mi compañero de piso)
Thomas
Thomas, de rey en su cumpleaños
¡Hola! Soy Thomas, uno de los tres alemanes que viven con Mario. La historia que quiero contaros ocurrió hace unos días. Estaba yo durmiendo tranquilamente en mi cuarto, cuando oí unos ruidos alrededor mío. Pero estaba tan a gusto, con una cara de felicidad tan grande, que mi subconsciente no quiso darle importancia a esos ruiditos, y seguí durmiendo. Estaba tan cómodo… De pronto, alguien se sienta encima de mí. Yo creo que no había visto que había alguien en la cama y se ha sentado. De hecho había dejado su abrigo y su bufanda a mi lado. Me despierto asustado, y veo que es Mario. ¿Mario? ¿Qué narices hace Mario en mi habitación? ¿Qué narices hace Mario enfrente de mi cama?.

Un momento.

¿Qué está pasando?. Estas sábanas no son las mías… ni reconozco los posters que hay en las paredes… Mario tiene una cara de sorpresa más grande que la mía… y la habitación es mucho más pequeña que la mía…
¡DIOS MÍO! ¡¡¡Estoy durmiendo en la cama de Mario!!! Estoy confuso. Me voy corriendo pidiendo disculpas por mi intromisión. No entiendo nada. Cuando llego a mi habitación me pongo a pensar como diablos he ido a parar a su cuarto… Es miércoles, las 9:30 de la mañana…

AAAAAAAAHHHHHH!!!! ¡Ya caigo! Mario se había ido a clase (tiene clase a primera hora, a las 7:30 de la mañana), dejándose olvidado el despertador encendido. El despertador ha sonado a las 8 de la mañana, es un despertador horroroso, suena como la sirena del camión de los bomberos. Y yo que vivo en la habitación contigua, pues me he levantado, dormido, a apagarlo. No lo recuerdo muy bien, pero seguramente fuese cagándome en toda la familia, amigos y conocidos de Mario. Cuando lo apagué me quedé transpuesto y me quedé dormido en su cama. Seguramente, inconscientemente, me arropé hasta la altura de la nariz. Cuando llego Mario, no se dio cuenta de que estaba en su cama y tiro su abrigo y su bufanda encima mío por lo que me tapo aun más. Mario leyó el periódico, como hace todas las mañanas. Y cuando se sentó en la cama a preparar la cartera para ir a la biblioteca… Bueno, ya sabeis lo que paso a partir de ahí.
Después, ya no volví a ver a Mario hasta la noche, y cuando le vi no le pude reñir por olvidarse el despertador (¡me había quedado dormido en su cama!), si no que le volví a pedir perdón. Él se lo tomó muy bien y se rió mucho, porque sabía perfectamente lo que había pasado.
Publicado el 3 de diciembre de 2005