El exilio de Odiseo en la isla de Calipso, y lo que le dice a la diosa
para que le deje volver a casa, refleja muy bien lo que siente alguien
que esta lejos de sus seres queridos:
" Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo, rico en ardides,
¿así que quieres marcharte enseguida a tu casa y a tu
tierra patria? Vete enhorabuena. Pero si supieras cuántas
tristezas te deparará el destino antes de que arribes a tu
patria, te quedarías aquí conmigo para guardar esta
morada y serías inmortal por más deseoso que estuvieras
de ver a tu esposa, a la que continuamente deseas todos los
días. Yo en verdad me precio de no ser inferior a aquélla
ni en el porte ni en el natural, que no conviene a las mortales
jamás competir con las inmortales ni en porte ni en figura.
Y le dijo el muy astuto Odiseo:
Venerable diosa, no te enfades conmigo, que sé muy bien
cuánto te es inferior la discreta Penélope en figura y en
estatura al verla de frente, pues ella es mortal y tú inmortal
sin vejez. Pero aun así quiero y deseo todos los días
marcharme a mi casa y ver el día del regreso. Si alguno de los
dioses me maltratara en el ponto rojo como el vino, lo soportaré
en mi pecho con ánimo paciente; pues ya soporté muy mucho
sufriendo en el mar y en la guerra. Que venga esto después de
aquello. "
La Odisea, Canto V